Te pasas meses comiendo papas con carne a diario casi de forma automática, porque como te gustaban mucho te deben seguir gustando aunque te hartes de ellas. Pero de pronto un día, comiendo esas papas con carne piensas, ¿y si comiera otra cosa? ¿y si admitiera, para mí misma, que ya no me gustan como el primer día? Tienes el gusanillo de querer cambiar de comida, pero te da tanta pena hacerlo... ¿cómo algo que me encantaba puede dejar de gustarme? ¡Eso es imposible!
Te has acostumbrado a comer papas con carne cada día y te crees que eres incapaz de hacerte de comer otra cosa que no sea eso... y cada día empiezas a replenteartelo más seriamente... qué pasaría si... mañana dijera ¡NO VOY A COMER PAPAS CON CARNE, ESTOY HARTA! Acaso tengo que seguir comiendo papas con carne sólo porque en un principio me gustaba... ¿dónde viene recogido eso?
Y un día las pruebas, ya sin ganas, y te dices... me han desencantado, día a día, poquito a poco, me han dejado de gustar. No es lo mismo. Miras con lástima el plato y piensas: Mañana haré papas con choco.
Kira
No hay comentarios:
Publicar un comentario