Kira no sabe

Kira respira, calla, observa, niega, sueña, duda, teme, anhela, odia, ama, ríe, llora. Kira a veces siente dolor, y a veces felicidad. A veces no se encuentra. Kira no entiende ni muchas cosas ni de muchas cosas. Kira es racional pero quiere creer. A Kira le gusta decir No, aunque diga que no. Kira puede estar todo el día hablando y a la vez sumida en el más completo silencio. No sabe escribir pero escribe.

2.12.12

Amor


Aquí estoy otra vez. Mirando la pantalla en blanco y el puntero que se mueve intermitente mientras mis dedos danzan ágilmente por el teclado intentando darle forma a todo lo que revolea por mi cabeza. He pasado tantos días buscando la forma de que el torrente de emociones y sensaciones que tengo puedan plasmarse en palabras, que aun no sé si podré conseguirlo completamente. Porque esto no se puede explicar con palabras o porque no existen palabras para explicar esto.

No creo que existan palabras que describan las sonrisas, las miradas, las caricias… Ni mucho menos la intensidad de estas. Sonrisas silenciosas, cuando levantas una parte de la cara, haciendo una pequeña mueca y recordando algún detalle fugaz insignificante, pero tan grande para ti;  sonrisas esplendidas, por igual, en las que enseñas los dientes y se nos notan las arrugas de los ojos (¡¡Qué mal!!), con las que rememoras una conversación, un acto, una imagen. Y luego, está la sonrisa, tu sonrisa.

 No se trata, ni mucho menos, de estas sonrisas que ponemos diarias al vecino, a tu compañero de clase, o al de la tienda de debajo de tu casa, no. Esta sonrisa es verdadera. Es una sonrisa de esas que guardas en lo más profundo de tu ser y que pase lo que pase sabes que siempre estará contigo. Porque es verdadera. Auténtica. Por ese mismo motivo la atesoras contigo, en tu pequeño cielo, donde están los más bellos sentimientos de tu vida, los que has escogido personalmente.

Recuerdo cuando te dije que esto podía ser improbable, pero no imposible, y tu me quitaste la razón, para luego dármela. Cabezota…

Lo bueno no está en la superficie, nunca lo está, tienes que excavar, y sacar muchos sacos de arena antes. A veces te encontraras falsas reliquias, amigos, novios, que prometen mucho, pero en el fondo no valen nada. Yo tuve muchas falsas reliquias, porque abundan, e incluso algunas hasta parecían reales, pero con el tiempo me di cuenta, o ellos mismos me hicieron darme cuenta, de que eran artificiales.

Yo no sé exactamente si te encontré o me encontraste. Lo que sí sé, es que al encontrarte a ti, me encontré a mí misma. Y cada día lo hago un poco más, a tu lado. Por eso quiero darte las gracias. Sí, a ti. Porque cuando muchos me han abandonado, y han sido muchos últimamente, tú has estado conmigo.

 No importa cuán grande sea la plaza donde estemos, ni los bancos que haya – a veces serán cinco y otras cuarenta-,  al final nos veremos entre la multitud y, tal como pasó la primera vez, nuestras miradas se encontrarán…

… Y es bien cierto eso que dicen, al mirarte a los ojos pude ver en ellos lo mejor de mí misma.
¿Una palabra? Amor
Kira

15.8.12

Contigo

Por primera vez, tengo un montón de sensaciones, de sentimientos, de silencios que evocan tu sonrisa, de recuerdos que provocan la mía propia. Por primera vez, me tiro porque sé que tú estás para agarrarme, o al menos, para tirarte conmigo. Por primera vez, me falta tiempo en el día para estar contigo, para hablarte. Porque 24 horas se hacen cortas si son contigo, conmigo. Porque la mayoría de las veces no sé si estoy contigo, o simplemente estoy conmigo misma. Que a veces somos el dos en uno y el uno en dos.

Que la distancia puede ser de quinientos kilómetros, pero que con tu voz a veces se puede hacer de  diez centímetros.  Que yo te siento aquí y tú me sientes ahí. Contigo.

Ahora lo comprendo todo, a mí me habían dicho muchas veces que ya me llegaría… Pero que  aquí nadie llegaba. Y yo, tonta de mí e impaciente como siempre, le di mi corazón a la persona equivocada. Y me enamoré, y creí que eso sería lo más grande que podría sentir jamás por nadie, creí que era el correcto y, al verme fracasar, me dije que había desperdiciado mi oportunidad, y que nunca sentiría nada parecido…  Y entonces apareciste tú, de la nada.

Cuando menos lo esperaba y donde menos podría suceder.  Y desde el primer momento supe que eras especial. Brillabas tanto y yo, con el puzzle aún un poco deshecho, era tan cobarde, que nunca pensé que te fijaras en mí. Y las frases hechas pasaron a ser momentos complicidad que sólo tú y yo entendíamos, las canciones que antes nos gustaban ahora hablaban de nosotros, los minutos se convirtieron en horas, y un día me di cuenta de que había encontrado a la persona más jodidamente perfecta del universo. Aunque si quieres que te diga un secreto, entre tú y yo, siempre lo supe, todo lo que vivimos después no hizo más que ratificar lo que sentí el primer día que te conocí.

Y sé que algunas cosas no tienen ningún sentido, pero es que las cosas más increíbles que nos ocurren en la vida no suelen tenerlas. Y ahora también sé porque antes no había funcionado, sé porque las piezas no encajaban, sencillamente no tenían que encajar. No aún. Tenías que llegar tú, con tu infinita paciencia, para enseñarme que, lo más maravilloso no es amar, sino amar y ser correspondida con la misma intensidad. Tenías que enseñarme la increible imprecisión de las matemáticas, de las tablas de multiplicar.

Tú, sin siquiera darte cuenta, me ayudaste a recoger una a una todas las piezas desperdigadas por ahí, montaste el puzle, y, aunquea veces nos equivocamos y pusimos una pieza donde no correspondía, volvimos a recolocarla. Tú te sentaste a mi lado, no abajo, ni arriba, sino junto a mí, mirándome a los ojos, y me ayudaste a aplicar cola para que estas piezas nunca más se volvieran a romper. Tú me hiciste reír cuando sólo me apetecía llorar y me aguantaste cuando no lo hacía ni yo misma. Tú, que me encontraste cuando nadie estaba buscando y aprendiste a escuchar los silencios de mi alma, un día a las tres y cuarenta y siete de la madrugada me regalaste el marco más bonito que pudiera existir para colgar el  puzzle. Conmigo.

Y cuando tengamos un mal día nos sentaremos en el suelo y,  sin saber cómo, nos encontraremos riendo hasta que se nos salten las lágrimas, bebiendo vino barato y hablando de cosas que no tienen ni sentido. Ese  será el momento más perfecto  que haya sentido jamás, no habrá película mejor para mis ojos,  ni banda sonora más bella que tu sonrisa.

Un último verso elegido...
Yo quiero estar siempre contigo.

                                                                              
Kira


1.8.12

Sin palabras

... Y aunque no se ve bien porque soy bastante babosa,
       ... quería que supieras que hoy, porque es miércoles, porque es agosto, o simplemente...
             ... porque quiero, que 68 velitas de Ikea, mi terraza y yo te adoramos.

24.7.12

19.7.12

Hoy

Hoy, porque es jueves, porque es julio,  porque hace sol, porque escucho por la ventana abierta  la gente pasar en la calle, o quizá simplemente porque quiero, voy  a decir tu nombre en voz alta.  Sin que lo oiga nadie, lo suficientemente fuerte para que mis labios lo pronuncien y lo suficientemente flojito para que las paredes de este cuarto no me derrumben. Ya está. Lo acabo de hacer. Y aquí fuera no se derrumbó nada, ni siquiera ahí dentro noté el más mínimo temblor…

Una vez leí por ahí que el desamor tenía dos fases: protesta y resignación, y que dichas fases pueden incluso activarte áreas cerebrales conectadas al dolor físico. Cuando sentimos desamor, nuestro cerebro segrega dopamina – la misma sustancia que segrega durante el enamoramiento-. El caso es que te dice que no te quiere, o que te quiere como amiga, o que necesita tiempo, o simplemente no dice nada y tu cerebro va y, ante esas palabras, empieza a echar dopamina a toda leche, y justo cuando todo ha acabado y, debido al exceso de dopamina, notas que te vuelves a enamorar como el primer día. En ese preciso instante  sentimos esa 'fuerza' imparable que nos hace creer que no sólo podemos recuperar a esa persona sino mejorar los momentos que pasastéis juntos. Pero no llueve eternamente y esta sensación se va. Tras la tormenta, vuelve la calma. Siempre lo hace.

Yo pasé la fase de protesta. Protesté y luché. Luché porque no sabéis cómo me jode el  ¿Y si…? Yo no quería que hubiera ísis, ni habría/hubiera/hubiese, ni interrogaciones sueltas. Luché porque creí que merecería la pena. Luché por ti, pero sobre todo luché por mí. Porque si hubiera tirado la toalla y hubiese dejado paso a los isis, jamás me lo habría perdonado. Luché hasta cuando me dijiste que no había nada por lo que luchar, hasta que me cansé de nadar a contracorriente, hasta que me obligué a dejar de ver donde sé que no había nada, porque nunca lo hubo, luché hasta que me dolieron los ojos de mantenerlos cerrados, hasta que yo misma no encontré un motivo para hacerlo…  

Después  llegó la resignación. Y con ella el dolor, la tristeza, las preguntas sin respuestas…  Agité la bandera blanca, tiré las armas, salí al descubierto y grité: Me rindo. Me he cansado de dar y no recibir, de llorar, de no poder entender, de las promesas que no valen nada, de tus ausencias, de tu indecisión, de tus quiero y no puedo, de  tu cinismo, de tu egoísmo, de ti. Y tras esta derrota, mis ojos quieren cerrarse y  darle el botón de apagar. Como si fuéramos ordenadores, yo no deseo ni guardar  cambios, ni nada, no quiero permanecer en suspensión o hibernando. Quiero limpiar la papelera de reciclaje y cerrar sesión.

Un buen día  te levantas, hablas, ríes, trabajas, limpias, y, en general, vives, notas que hay una paz interior que hacía tiempo que no sentías y no sabes muy bien a qué se debe. Te entran ganas de gritarle al mundo que has vuelto, que quieres sonreír, que quieres disfrutar de las cosas más banales. Entonces compruebas el motivo de tu felicidad, por llamarla de alguna manera, y te das  cuenta de que la persona que no fue capaz de quererte perdió la oportunidad más grande que se le podría haber presentado en su vida y que alguien, el día de mañana, le agradecerá infinitamente que no supiera verlo. Tú sí te pasarás el resto de tu vida preguntándote ¿Y si…?  ... Y podrás encontrar  a alguien que te quiera y a quien tu quieras, pero te aseguro que,  jamás, será capaz de ponerte de nuevo al descubierto las costuras de tu corazón como lo hice yo.

 Sólo quería que supieras… Porque es jueves, porque es julio,  porque hace sol, porque escucho por la ventana abierta  la gente pasar en la calle, o quizá simplemente porque quiero, que he dicho tu nombre en voz alta y no he sentido nada.



                                                                                                                       Kira

19.6.12

Punto y aparte


Te echo de menos. Ya está. Ya lo he dicho. Se supone que lo que más nos duele es lo que más difícil se nos hace admitir o decir, ¿no? Pues yo acabo de hacerlo. Y lo voy a repetir, te echo de menos. Te echo en falta en los buenos días, en los huecos de media mañana, en los descansos de estudio, en la cena, en las madrugadas y en ese ratito que nos sobra al final del día, y que nadie quiere…  

Echo de menos distraerme mientras estudio con tus mensajes chorra, porque ahora sólo me distraigo mirando al vacío recordándolos...  Añoro que te metas con el color de mis sábanas, con mi acento, con mis gelatinas de 10 calorías, con mi modo de hervir arroz, con mi ignorancia por la tabla periódica… Extraño tus llamadas, tus mensajes de ánimo, tus ‘paridas’ que me hacían reír, tu babosismo – de babosa, y no sé por qué el ordenador conspira contra mí y me dice que esa palabra no existe-,  las llamadas a deshoras,  las conversaciones de horas, que poco a poco fueron convirtiéndose en minutos…

 En general, echo de menos todas las veces que sé que tú te acordabas de mí y no me decías nada y las que yo me acordaba de ti y prefería no comentar.

Echo de menos todas y cada una de esas cosas. Y ahora, así de carrerilla, las dije todas. Porque quizá nunca lo hice. Pero no puedo evitar entristecerme al darme cuenta de que  ésa persona con la que tanta  complicidad había ya no está.  Y que, por mucho que pongamos de nuestra parte incluso con nuestras buenas intenciones, que las hay, tampoco volverá.

Y aquí estoy ahora sentada mirando la pantalla del ordenador  – cuando debería estar estudiando- con el sabor agridulce que te deja una buena película al terminar.

…  Y  es que  cuando algo acaba siempre recuerdas cómo empezó…


Kira



11.6.12

La soledad de los números primos


Supongo que soledad no significa estar solo, al menos no físicamente. Soledad es sentir un vacío en alguna parte de ti, sin poder ni siquiera localizar dónde exactamente. Un hueco, que no sabes ni cuándo ni cómo se formó. Un día de repente está ahí. Y te preguntas cómo duele  tanto algo que ni siquiera viste venir. Así debe sentirse siempre el número primo. Rodeado de otros e increíblemente solo. Como tú, como alguno más desperdigado que debe andar por ahí… Como yo.


 Porque  tú también  sientes que no congenias con nadie, que no funciona con nadie,  mientras que al lado tuyo hay muchos que sí lo hacen. Decides sentarte, reagrupar los pedazos de tus medallas sin arañazos, y entender muchas cosas. Demasiadas.
Cómo puede ocurrir que cuanto más te esfuerzas en actuar como si no pasara nada,  más te desentiendes de lo que pasa a tu alrededor, menos te importa todo, menos cosas comprendes, y más te decepcionas. Y te ves, como si de una película se tratase, en la pantalla, cuesta abajo, sin frenos. Sólo puedes observar tu propia caída, y no vas a hacer nada para impedirla…
Alguna vez nos cruzamos con uno y, tenemos el don, de saber reconocerlos en seguida. Sabemos que son números primos, como nosotros. No podemos hacer nada, sólo les miramos, de reojo.  Como si nos diera miedo acercarnos a ellos, no se fueran a evaporar… A veces  nos arriesgamos. Rompemos las reglas de nuestra propia soledad para  alentarles y aconsejarles que sean fuertes, que aguanten porque en ocasiones dolerá, será injusto e incomprensible, y lo que más daño nos hace es aquello que desconocemos….
Cierra los ojos y mira. Quien te diga que no puedes, es que no tiene ni puta idea de cómo eres. Especial. Tú eres un número primo, no permitas que nadie, jamás, te fraccione.



Kira



29.4.12

Un clavo no quita a otro clavo


Dice el refranero que un clavo quita a otro clavo. Literalmente hablando y en el contexto de la carpintería quien decía esto no tenía ni  idea, porque cuando se nos cae un clavo de cualquier lado por mucho que busques uno de las mismas medidas, el hueco que tenía hecho no queda perfecto en la silueta del nuevo inquilino.

Metafóricamente quien dijo que un clavo quita a otro clavo tampoco tenía ni puñetera idea del tema. Es cierto que las personas somos clavos, y la sociedad es como una ferretería. Nos ponen a todos en el mismo cajón según unas “medidas estándar” preconcebidas. Este clavo y este clavo parecen iguales, al mismo cajón. Este es más grande, pues, en este otro cajón. Y ahí estamos nosotros… metidos, arrejuntados, en un pequeño cajón, con un montón de clavitos “exactamente” como tú.

El quid de la cuestión es que cada persona es única. Inigualable. Especial. Irrepetible. Como cada clavo. Que sí, que tendremos medidas estándar, los hay morenos, rubios, simpáticos, alegres, pesimistas, bajos, altos; al igual que hay clavos de distinta longitud, con cabeza plana, ovalada, ancha, de tornillo, con forma de L, y así un larguísimo etc.

Meteos en la cabeza que cuando nos clavemos un clavo en nosotros mismos, esos huecos no se podrán rellenar con otro clavo, o tapar, o meter silicona y ale, cuando se seque, pintas un poquito por encima… Ningún clavo encajará perfectamente en el hueco que antes pertenecía a otro clavo. Siempre quedarán fisuras, muy mínimas a veces. Imperceptibles para el resto de las personas, pero visibles para nosotros.

No, definitivamente un clavo no quita a otro clavo. Sólo el tiempo hará que la herida cicatrice correctamente. Y no es amigo del tiempo  las buenas prisas. De nada servirá que cada día observemos nuestro agujerito ahí, sin tapar, expuesto a los daños exteriores...

No ocultes que te hayan hecho daño, eso no nos hará más valientes ó fuertes, no pongas una tirita, con el aire se curará mejor. Deja que cicatrice, y no seas tan imbécil de caer en el error de aferrarte a ese clavo ardiendo o de  rascarte la postilla, así no te dejará de doler nunca…

Yo tengo muchas cicatrices de clavos. Y lo digo abiertamente. Sin temor a que piensen que soy vulnerable, tonta, ó débil…  Cada persona que ha pasado por mi vida ha sido un clavito, algunos de mayor tamaño y más cerca del corazón;  otros más pequeños, allá por el pie. Qué más da… Todos son parte de mí, de mi cuerpo. Todos ellos me han transmitido algo en su debido momento. Algunos siguen clavados ahí y son personas muy importantes para mí; otros me los quité hace tiempo…

No intentes meter un clavo en un hueco donde no cabe o donde quedará grande. Dale a cada uno su lugar. No caigas en las comparaciones, son odiosas. Aquella persona que llegue al final del camino llena de cicatrices y con una caja de clavos oxidados será una persona que haya vivido.

Llegará el día en que un clavito te pueda parecer tan increíblemente perfecto que  no puedas recordar el dolor que te provocaba la cicatrización de otro. Entonces comprenderás el porqué de tantos intentos fallidos…

Kira

14.4.12

Todo fluye

A veces siento como si me hubiera metido en una especie de cápsula y hubiese estado “dormida” durante mucho tiempo en ella. Que al despertar no entienda qué está pasando a mi alrededor, qué es lo que se lleva y lo que no, por qué se supone que nos reímos ahora, o quién se supone que es ahora guay, interesante, un ejemplo a seguir, o vete tú a saber…

No es tan simple como decir que me siento fuera de lugar, porque… ¿Cómo podrías sentirte fuera de lugar en un lugar que antes era tú lugar? Decía Heráclito que en los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos. ¿Por qué nos cuenta entender y asimilar algo que son verdades universales? ¿Por qué nos empeñamos en que nada cambie cuando todo lo hace, inclusive las personas? ¿Por qué reprochar a alguien que cambiara cuando yo misma lo hice? Es cierto, todo cambia… las tormentas nos cambian como diría Murakami, nunca nos bañaremos dos veces en el mismo río decía Platón…  

Ya paso de seguir el guión establecido porque por muy bien que lo intentes hacer, hay perjuicios  que siempre te acompañarán y prejuicios que siempre te colgarán. Así que yo me voy  a hacer rafting,  tu puedes quedarte con tus manguitos…  


Kira

19.3.12

1812

Sé que hoy estarás muy ocupada. Todo el mundo se acordará de ti, te harán cientos de fotos, te nombrarán en otros cientos de conferencias en los próximos días, algún que otro perdido buscará información sobre ti, e incluso puede que seas trending topic en Twitter. No quiero molestarte, estarás saturada. ¡Qué pesados!


Cuando quieren verte, retratarte o cuando simplemente se acuerdan de ti piensan en el monumento de la Plaza España, en el oratorio San Felipe Neri y alguno que otro en la Parroquia de San Fernando. Pero lo que muy poca gente sabe, es que no estabas ahí. Eso es mentira, burocracia, parafernalia. Tú estabas en el Mentidero, en la plaza, en el Pópulo, en la Punta, en el Baluarte de la Candelaria, en San Antonio, en la calle Ancha,  cuando hacía calorcito y tiraba el levante estabas en la Caleta y cuando llegaban tiempos de cánticos te ibas a la Viña.
Fuiste la primera y, aunque no la última, aquí eres más querida que cualquier otra. No te sobrevaloro, como hacen muchos; ya sé que eres copiada de otros, pero qué importa, eso no te hace menos nuestra. No trajiste todos los cambios que prometiste, pero los nombraste, y con eso ya iniciamos un cambio.
Algunas de estas ideas más significativas se ven reflejadas en tus 384 artículos. A día de hoy nos parece irrisorio que se aprueben leyes como estas, las leemos y no somos conscientes del choque que produjeron. Para ello, vamos a hacer un simple juego: Cuando leáis estos artículos ponedles el NO delante, negar las afirmaciones y creed que a día de hoy vivís en una sociedad así.
Por ejemplo...
“En cada pueblo de la Monarquía se dejarán de establecer escuelas públicas y sólo se enseñará a leer, escribir y contar a unos pocos niños –varones- cuyos padres regenten el poder político-económico.
¿No os parecería una locura? Pues igual de descabellado e inimaginable les parecería a ellos leer estos artículos:
Art. 27. Las Cortes son la reunión de todos los diputados que representan la Nación, nombrados por los ciudadanos en la forma que se dirá.

Art. 242. La potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y criminales pertenece exclusivamente a los tribunales.
Art. 366. En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles.

Art. 371. Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidad que establezcan las leyes.

Por ti han nacido obras de teatro, se han interpretado zarzuelas, escrito libros. Has inspirado leyendas, habladurías, chistes, comparsas... Pero sobre todo, orgullo.
Hoy no estaré allí, ya sabes que este año me pilla lejos, pero seguro que hoy más que nunca estarás bien rodeada. Mantén ese fuego encendido, el de la democracia, la igualdad, la libertad... Bueno tú ya me entiendes, que me estoy poniendo ´sensiblona´.
Hoy es tú día. ¡Ponte guapa, Pepa, que no todos los días se viste una de gala!

Kira

11.3.12

Minutos que son años

No se lo podía ni creer, habían pasado ya seis largos años desde que se despidiera de su madre y su hermano en la vieja casa del pueblo. Le había costado horrores tomar la decisión, pero creía que era lo mejor para ella y para Carlitos. “No será fácil al principio, el clima es muy diferente y ya verás cómo, a veces, te encontrarás con gente que te tratará mal por venir de donde vienes” le había repetido hasta la saciedad su madre. No es que quisiera desilusionarla, pero no quería que hicieran daño a su niña chica, la única de cuatro varones…


María sabía que no quería terminar allí, no ya por ella, sino por su hijo. Sabía que no tendría ningún futuro. En cambio en España, su amiga Emilia le había dicho que había trabajo, no gran cosa, pero que ganaba en una semana más que en dos meses. Entendía la postura de su madre, siempre había sido tan callada, reservada, silenciosa, había dado su vida en cuerpo y alma a criar a sus hijos y ayudar a su padre en los tiempos de cosecha. Todo le parecía bien, y ahora que él no estaba, se dejaba manejar por Juan, su hermano mayor. A pesar de que quería con toda su alma a su madre y le costaría media vida separarse de ella, no quería terminar allí y, lo más importante, quería que Carlitos tuviera la oportunidad de aspirar a algo más…

¡Ay, no sabía por qué estaba tan melancólica hoy! Solía acordarse de su familia cada día, desde que se fue hace seis años, pero a veces le costaba más de la cuenta. Su madre tenía razón, no fue nada fácil. Casi nadie tiene en cuenta que la mayoría de los inmigrantes emigramos porque no tenemos más remedio, a todos nos gustaría poder vivir en nuestro país.

El trabajo no fue un problema, en cuanto llegó, su amiga Emilia le había recomendado a una familia como asistenta seis días a la semana, tendría que limpiar, lavar y cuidar de los niños, cocinar no, porque, según la señora de la casa ´no le gustaba como cocinaban los sudacas´. A los seis meses de estar trabajando con ellos consiguió los papeles de residencia, bueno los trámites, que le costó horrores, en todos los sentidos, porque baratos no eran…
Pero sin duda lo mejor para ella era que desde la primera semana, Carlitos había comenzado a ir a la escuela y no le costó nada integrarse, ya que en su clase había muchos inmigrantes, marroquíes, latinoamericanos y algún que otros niño de Europa del este. En cuanto  a la vivienda, no es que estuvieran hospedados en un hotel de cinco estrellas en el centro, pero consiguió, junto con otra familia más, arrendar un pisito a las afueras. No le importaba, la escuela estaba allí mismo; por otra parte, la casa donde trabajaba estaba en el centro, pero no le importaba hacer el viaje cada día.

Si, definitivamente, el cambio había sido a mejor. ¡Dios mío, seis años! Seis años en donde no había cambiado nada en demasía, salvo la nostalgia que sentía por los suyos, que había ido aumentando cada día más. Les mandaba dinero cada dos o tres meses, no era mucho, pero en casa mamá sabía estirar el poquito dinero del jornal como si fuera goma de mascar.

 Con el tiempo, en la casa donde trabajaba le habían empezado a tratar mejor. Aunque el sueldo era inamovible,  la señora había ido teniendo detalles. De vez en cuando le daban algo de ropa, o comida, o cualquier cachivache que ya no les sirviera. Pero ahora le trataban mejor, confiaban más en ella, y es que se había dado cuenta de que los españoles eran muy recelosos, y más con los inmigrantes. En el fondo lo comprendía. Pensaba en su madre, y en el recelo que le producía el vecino de otra ciudad, ¡Ay, mi madre! Qué viejita estará ya… Allí, que los años pasan por diez para las mujeres como ella…

Si pudiera ver a su nieto, ¡cuánto había crecido!  ¡¡¡Era todo un hombre!!! Dieciséis cumpliría la semana que viene y en el próximo curso ingresaría en el Bachiller. Él quería ser médico, qué orgullosa estaba, siempre había tenido unas notas excelentes y había sido un niño muy bueno, ¡¡médico!! Quién lo diría… un médico en la familia, donde todos apenas pudimos acabar la enseñanza básica.

Hoy, cuando llegase a casa le diría la mejor noticia que había recibido desde que llegó a España. ¡Mamá nos iba a venir a ver junto con Juan! Ya sabía que el billete lo había pagado ella con el dinero que había estado juntando cada mes, pero después de seis años, le parecía casi un sueño poder abrazar a su madre. Quién sabe, quizás, si por última vez, porque por las cartas que había recibido de su hermano, mamá estaba ya muy viejita y mayor… ¡Ay, ojalá se pudiera quedar aquí con nosotros, estaría mucho mejor! Pero esa vieja, qué cabezona era… Cualquiera le hacía dejar su familia, su casa y su pueblo. Desde luego no sé cómo le habrá convencido su hermano Juan para que aceptase venir. ¡¡Para que cogiera un avión y cruzase un océano!! Igual quiere ver a su hija y a su nieto por última vez... ¡Qué ganas tengo de verla, madre…! ¡Qué lentas se me van a hacer estad dos semanas!

El lunes próximo, cuando fuera a casa de la señora, le pediría ese día para poder ir a recoger a su madre y a su hermano al aeropuerto, no se los querría ni imaginar, con tanto caos y tanto coche teniendo que llegar ellos solos a casa… Pocos habían sido los días que había pedido permiso a la señora, porque hasta cuando Carlitos se ponía enfermo intentaba que Rosalía, la vecina de arriba y buena amiga suya durante estos últimos años, se quedase con él…

Ya lo tenía todo listo, ella dormiría con su madre y Carlitos con su tío, de otra forma no cabrían en las dos pequeñas habitaciones con las que contaban. ¡¡Todo el vecindario se había enterado que su familia venía a verles!! Era como una chiquilla con tanta ilusión, si su madre la viera se reiría de ella…

Carlitos sabía lo importante que era esto para ella porque, aunque él no había pasado demasiado tiempo con su familia, hasta pocos meses antes de mudarse a España, quería muchísimo a su abuela. Él estaba plenamente adaptado a la vida en España. Sí, es cierto que tenía acento, y físicamente  tenía rasgos latinoamericanos, pero eso no había sido un impedimento para que hiciera buenos amigos durante estos años, tanto en el barrio, como en la escuela, donde había destacado en el equipo de futbol. Allí había conocido a su mejor amigo, Antonio, y también a la chica que le gustaba Cristina, con quien había dado sus primeros pinitos en el amor… Aunque se guardaba mucho de ocultárselo a su madre, ¡¡Qué metiche!! Lo sabía todo con solo mirarle… Mamá querría volver a casa, si por ella fuera, pero él tenía claro que su vida estaba aquí.

La señora de la casa en un principio no le puso problemas para que faltase media jornada el día que tenía que recoger a su madre y su hermano. Aunque recalcó que tendría que venir por la mañana a ponerles el desayuno a los niños y llevarlos a la escuela. Bueno, no sería gran problema, lo tenía todo controlado… Entraría a trabajar, como cada día,  a las ocho y media, vestiría  y daría de desayunar a los niños, los llevaría al colegio, después haría un par de mandados y finalmente iría al aeropuerto a las doce y media, justo para recibir a su familia.

El viernes, al salir de trabajar, había ido a una floristería que había en el barrio donde trabajaba, Floristería Salamanca. Nunca había encargado flores antes y la señora  de la casa le había recomendado ese sitio. Entró en la tienda, divagó, y al rato se acercó un dependiente -¿En qué puedo ayudarle?  -Hola, buenas días, me gustaría encargar un ramo de flores. -¿Algún tipo de flor concreto? -¿Tenéis orquídeas venezolanas? –Tenemos las orquídeas clásicas. –Bueno, me gustaría hacer un encargo para la semana que viene. –Le tomamos el nombre y la semana que viene cuando venga a recogerlo puede efectuar el pago. –Muy bien, muchas gracias, adiós.
A mamá le encantará la sorpresa. Le hubiese gustado que fueran venezolanas, aunque igualmente las orquídeas eran sus flores preferidas… ¡Qué ilusión ya sólo quedaban seis días!

La semana se le hizo más larga de lo normal. Por todo discutía con Carlitos, aunque se negara a admitirlo sabía que eran sus propios nervios… ¡Son muchos años sin estar con los suyos, lo único que le quedaba de su país era su hijo y las cartas que recibía de su hermano de tanto en tanto…!

Esa mañana se levantó antes de lo normal, menos mal, porque apenas había podido dormir con tanto nervio. Se levantó, hizo su cama y ordenó de nuevo su cuarto. Mamá era una maniática de la limpieza y quería que lo viera todo perfecto, causarle la mejor impresión. Le dejó la ropa y el desayuno listo a su hijo, preparó pabellón criollo y arepa para el almuerzo, como ocasión especial. Llevaba una hora y cuarto dando vueltas por la casa, no sabía qué más quitar, qué mas preparar, o qué más ordenar…

A las siete y cuarto salió de la casa, como cada mañana, para coger el tren que tardaba casi media hora en dejarle en el centro. ¡¡Ya sólo quedan unas pocas horas!! No lo podía creer… Recordaba mentalmente todas las cosas que tenía que hacer: el desayuno de los niños, vestirlos, planchar las camisas del señor, ir a la tintorería a recoger un abrigo de la señora, y por último recoger el ramo de flores de su madre e ir para el aeropuerto.

Mientras llegaba a la ciudad, en el mismo asiento de todos los días, rodeada de las mismas caras de todos los días pensaba cuántas veces había imaginado el momento del reencuentro, qué cara pondría su madre y su hermano, si les reconocería, si les gustaría el peinado, la ropa, que había seleccionado y desechado mil veces la noche anterior, y así un largo etcétera… ¡Ay Virgen Santa, qué nervios, qué de cosas nos contaremos!

En algún momento de esa mañana el ángel que vigila la ciudad cerró los ojos, el suelo tembló y los renglones de Dios se torcieron, se hizo el silencio y el tiempo se congeló en unos pocos minutos.

Marisa, ¿De qué encargo es esto? – No sé, ahí pone que vendría antes de media mañana a recogerlo. -¡¡Ahh ya!! Es de esta chica que lo encargó para su madre, o no sé qué, la que pedía orquídeas venezolanas.  -Nos ha dejado tirados… Desde luego no te puedes fiar de estos sudacas… – ¡Y que lo digas..., vaya tela! Por cierto,  ¿Te has enterado de lo de Atocha?




Kira

21.2.12

Diario de una loca

Lo que veis a continuación son fragmentos que iba escribiendo en mis folios durante las clases de Vida -no diré el nombre completo por si acaso el día de mañana ese profesor me hace la tesina-. Muchas cosas no tienen sentido pero es que sus clases eran así. He tenido que esperar a que me entregara las notas y cerrase las actas, just in case.

“Me estoy rallando muchísimo en la clase de Vida, el nota está ahí, de pie, mirándonos y enseñándonos periódicos. Es curioso ver su cara y darse cuenta de que ni él mismo entiende lo que dice… (…)Debe ser frustrante estar delante de treinta personas mirándote inexpresivamente mientras apuntan cosas en su cuaderno que bien podría ser lo que él dice, o bien podría ser una paranoia que esa persona tiene en mente (como es mi caso).
“Sé que le caigo mal, me mira y sonríe. Hoy estoy sonriente sin parar de tomar notas ‘de lo que dice el profe’, levantando cada cinco o seis segundos la cabeza. Le miro, asiento, anoto paranoias, levanto cabeza, espero tres segundos, sonrío, asiento, apunto paranoias… “

"-¿Conocéis (aquí añade cualquier chorrada irreconocible) de Huelva? ¿No? Siendo de Cádiz..."
“Acaba de decir, bueno, hace un rato pero acabo de asimilarlo, que lee El País… Si supiera que yo lo veo en sus estrechas mallas haciendo elíptica en el gimnasio me aprobaría con tal de comprar mi silencio… Voy a mirar la hora, ¡Dios, sólo queda hora y media! ¿Puede alguien acabar conmigo?”
“Juraría que ha comentado algo del aceite de Jaén”
“¡Cómo se puede ser tan malo dando clase! Hazle un favor al mundo y ahógate en tu propia bilis…”
“¡Oh, Dios…aún queda una hora y media… Mi reloj me tortura parándose, es eso… se está occidentalizando, cada hora que pasa no lo marca, va hacia la derecha en el mapamundi”.
“Hoy me tengo que lavar la cabeza, si encuentro algún piojillo lo guardaré para echárselo a la sopa de esta cosa llamada profesor”.
“¡Dios, devuélveme a Morgado y te doy a cinco profesores de la USAL!”
“Por amor siempre se hacen grandes locuras…. Como dejar que te caiga una columna dórica encima”.
“18.58: Quiero morir… clandestinamente cojo el móvil, ¡decidido! Me voy antes… ¡mierda! Tengo que hablar sobre la práctica no puedo irme antes… bueno pues mañana no vengo, pa’ compensar”.
19.09: Bombita de humo… ¡Sé fuerte, sé estoica! -¿Cuánto dura la ropa de los salmantinos en el S. XVIII? Ahhhh, locaaaaa…
19.14: Podría escribir este mismo fragmento en la pared con lágrimas de sangre…
19.20 ¿Pero dios mío, por qué posa de esa forma en el atril?
19.28: Mi padre acaba de enseñarme por whattsup unas cortinas que ha comprado en los chinos. Para él, el mejor invento chinos/whattsup. El otro día me hizo conectarme al Latitude, según él, no para controlarme, sino porque es gracioso (¿?).
19.23…¡19.33! Qué susto… creía que había ido atrás en el tiempo…
19.40“Infiel, no nombres a Carlos V en vano, límpiate la boca antes de hablar de él. Ahhh Me encanta a mi Yuste…”
“Qué gracioso, dice: A ver problemas. Yo iba ya a empezar a contarle mi vida… pero luego caí que se refería a la documentación del siglo XVII”.
19.50 “Me meo desde los visigodos…”
19.51 “Nueve minutos… aguanta. Se me ha caído una pestaña, ¡adivinad cuál sería mi deseo!
“Ahora de qué coño hablara… Ah sí, de la plaza del corrillo (esa donde está la estatua que le tengo que construir a Susana)”.
“Odio la manera en la que se deja caer en el atril… pero qué me haces alma de cántaro…por qué estás siempre tirando las cosas…”
“Se va hacia la ventana y empieza a moverla abriendo y cerrando, no sé… para abanicarse supongo…”
“Qué lástima…es tan pobre que sólo tiene una licenciatura (bueno y un doctorado, cátedra, oposición, trabajo, etc… tú me entiendes…)”.
“Qué gracioso como gira el trozo de tiza sobre sus dedos con esa mirada de vicioso”
“-¿Algún problema? ¡SÍ, TU CARA ES UN PROBLEMA! -¿Está la práctica aclarada? Ahh, sobre la práctica…”
-¿Por qué comemos lo que comemos? “Uhmm, qué rico, este domingo vamos a Domino’s… Take me down like i’m a domino(8)”
“Queda una hora y diez, matadme”
“Ese nota de ahí parece sacado de Harry Potter, a partir de ahora le llamaré Howart”
“La Ponti estaba antes echando humo blanco por la chimenea, parecía que habían elegido un nuevo papa”.
“Dios este último comentario del triángulo Howart-Bogotá-Profesor me ha rallado un montón”.
“Dice que los japoneses se tomaban un vaso de sangre antes de ir a no sé donde porque sabían que iban a morir… supongo que no irían al super”
“It’s not about the money… no ni coño”
“Nuevo triángulo Bogotá-Howart-Mariachi y en medio el profesor”.
-Acción de Gracias en torno a qué… “En torno a qué va a ser, babosa, ¡en torno a un pavo! Y ya tiene el potaje hecho…
“¿Ha nombrado a Adele?”
“Creo que habla de una excursión, ¡¡¡pero no consigo enterarme!!! Sí, definitivamente es una excursión. Ay Dios que se está apoyando otra vez en la ventana… Creo que es voluntario con comillas.”
-¿Cuál es la fuente del derecho en España? “¡El romano! Según él, ‘el clásico’. Hola, ¿Dónde te sacaste Historia, en la tómbola?
“¡Ay Dios! Cuando ha levantado una ceja con esa pose he estado a punto de morir”
“El Carnaval es irracional, ilógico, no sirve para nada según el profesor… ¡Oh bastardoooo muereeeee! te voy a soltar en febrero en la Viña para que digas eso a ver qué te pasa”
“Mierda, Susana deja de copiar mierda, que luego mis apuntes no tienen sentido…”
“Otra vez se le ha caído la tiza…”
Conversación de mi compañera y yo haciendo los apunte un viernes por la mañana en la biblioteca de la facultad. (Esto también está incluido en las notas):
“S: En el tres habla de la vida cotidiana y se puede meter en le intro…
K: Ok, pues empieza a copiar como una perra, yo copiaré lo que tengo para el tema 3 de este libro, luego lo unimos, y ya tenemos el potaje hecho…
S: Muahahahaha. No te rías puta, que me alejo haciendo la croqueta”.
Conversación con el susodicho:
-K: Profesor me gustaría hacer el trabajo final sobre Juana I
-P: ¿Sobre Juana la loca?
-K: Ehhhh… sobre Juana I de Castilla (miradas que matan).

(Durante el examen) “Por qué se acerca a nosotras y empieza a mirar por los pies... ¿Hola? ¿Te crees que tengo un manuscrito del S. XV entre los tenis?”
-He visto que tu trabajo es un tanto extenso. -No puso límite de hojas. -Ya. -¿Se lo va a leer? (¡Mierda, eso no tendría que haberlo preguntado!). -Ehhhh... Claro que sí. (Sí, ya, seguro...)
"¿Cuántos desaguaderos tenía Salamanca en el siglo XVIII? ¿Cuántoooos? "Ahhhhh no lo séeee, locaaaaa"
A continuación adjunto una reconstrucción del sábado noche pasado donde Susana imitó al profesor tumbada en un banco repitiendo la pregunta anterior. Los efectos del vodka y de dicho profesor pueden ser devastadores. Nota: Puede que la reconstrucción no sea 100% original y que el Paint se me fuera un poco de las manos, pero juro que ella tenía un tamborcito de plástico!



6.2.12

Cómplice



Todos necesitamos alguna vez un cómplice,

alguien que nos ayude a usar el corazón.

Que nos espere ufano en los viejos desvanes,

que desnude el pasado y desarme el dolor.

Alguien que esté en el barrio donde nacimos o

que por lo menos cargue nuestros remordimientos

hasta que la conciencia nos cuelgue su perdón.

Cómplice del trasmundo nos defiende del mundo,

del sablazo del rayo y las llamas del sol.

Todos necesitamos alguna vez un cómplice,

alguien que nos ayude a usar el corazón.



Mario Benedetti

28.1.12

Loving strangers...

No entrarás en el Ballet Nacional de Cuba, querida -al menos no en esta vida-, pero nuestros vals darán la vuelta al mundo.

Puede que entres en el Ballet Nacional de Huelva, ya sabes... Siendo de Cádiz...




Kira

24.1.12

No se lo digas a nadie...


Te contaré un secreto: Me caí.
No fue una de esas caídas tontas que tienes cuando eres pequeño, fue un poquito más estrepitoso. Supongo que las caídas son proporcionales a la edad, la situación y la experiencia adquirida, de ahí que fuera más grande que la que tienes cuando te raspas la rodilla en el parque con cinco años…
Una vez, de pequeña, me caí de la bici y me tuvieron que echar puntos en la barbilla. Fruto de esa caída tengo una pequeña cicatriz (casi todo el mundo tiene una cicatriz de algún tropezón infantil). Recuerdo que cuando pasó, me pareció el dolor más horrible del mundo… Bueno no lo recuerdo, pero debió serlo. Con los años olvidamos el dolor que nos producen las caídas, aunque siempre tenemos las cicatrices que no las recuerdan…
Me volví a caer. Esta vez la cicatriz no se puede apreciar a simple vista, aunque yo sé que está ahí.
El problema empezó porque con la edad, había olvidado a montar en bicicleta. Fui una imprudente, y sin parar a pensarlo, un día vi una bici y me lancé a ella como una loca… Pero, al igual que pasó cuando era pequeña, hoy día sólo queda la cicatriz. No recuerdo el dolor.
Esta vez será diferente. Pedalearé con cautela, primero sobre terreno llano. Me pregunto si me sujetarás la bici por detrás para que no pierda el equilibrio… Si aceptarás ser mi sombra, sin decir nada, protegiéndome, desde la oscuridad; Si esperarás el momento adecuado para, sin decirme nada, soltar la bicicleta.  ¿Lo harías? ¿Sacrificarás tu tiempo, y a veces tu diversión, por construir de nuevo la mía? Qué de preguntas…
Seguro que cuando me dé cuenta de que tu mano no me sujeta por detrás me entra el pánico… Viejos fantasmas me acecharán, otras caídas anteriores. Me tambalearé y  estaré a punto de de perder el equilibrio…
Será en ese momento, justo el anterior a la caída, cuando mi mirada nerviosa busque la tuya; Y será entonces, al ver tu sonrisa, cuando recomponga el vuelo y evite el traspié, dé una vuelta enorme a la plazoleta, e incluso me atreva a coger velocidad y, ¡porqué no… soltarme del manillar!

Pero no temas. Aunque en algún momento pueda desaparecer de tu campo de visión, quiero que sepas que volveré a ti, siempre lo haré.
Me verás llegar desde la otra punta, con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de mi hazaña.



Sera entonces cuando pare, baje de la bici y camine a tu lado…

Kira

22.1.12

La tormenta que yace en tu interior


Quizás te fuiste por mi indecisión, o por mis pocas fuerzas para luchar.... Pero te prometo que, por dentro, combatí en miles de guerras por tí... (V. Wings)
Kira

3.1.12

Lo que se escucha cuando tiemblas...

Hacía mucho, mucho, mucho tiempo que no hacía un fotomontaje, pero hace un par de días me pasaron esta canción del anterior disco de Maldita Nerea. Este grupo no deja de sorprenderme, por mucho que escucho de ellos, siempre tienen una recóndida canción que me enamora. El montaje me ha llevado varias horas, y es que esta vez seleccioné cuidadosamente y con mucho cariño las imágenes.




'Que algunas noches me recuerdes, que no me dejes de sentir...'