Kira no sabe

Kira respira, calla, observa, niega, sueña, duda, teme, anhela, odia, ama, ríe, llora. Kira a veces siente dolor, y a veces felicidad. A veces no se encuentra. Kira no entiende ni muchas cosas ni de muchas cosas. Kira es racional pero quiere creer. A Kira le gusta decir No, aunque diga que no. Kira puede estar todo el día hablando y a la vez sumida en el más completo silencio. No sabe escribir pero escribe.

29.4.13

¿Lo sientes?



Se abrazaron; y el mundo pareció haberse quedado quieto durante esas milésimas de segundos. Se abrazaron y todo a su alrededor pareció haberse quedado parado. No se escuchaba el bullicio de la gente, ni el ruido de los coches… Fue como si alguien de pronto le diera al mute y pudiésemos ver a la gente moverse de un lado a otro, los coches, los perros, los niños, autobuses; todos siguiendo con su camino y extrañamente en silencio. Pero ella se dio cuenta de que había una cosa que sí escuchaba, su corazón.

En medio de todo ese silencio, sólo percibía un sonido. El tranquilo pom, pom, pom, que parecía estar intentando decirte algo… Y de pronto se preguntaba si también se escucharía su propio corazón; e intentó articular palabras que sólo se quedaron en sus labios. Entonces la estrechó más entre sus brazos como queriéndole responder a una pregunta que no había sido formulada.
Igual se habían sincronizado sus corazones, ¿no? Como dos mitades que al unirse se complementan perfectamente; como cuando estás montando un mueble del Ikea y al terminar ves la perfección que has logrado y dices esto me va a durar lo menos diez años… y de pronto llega alguien, se agacha, coge algo del suelo, y dice te falta esta pieza… Y tú, con cara de incredulidad te preguntas dónde irá esa pieza y por qué parecía ese mueble tan completo si le faltaba algo tan esencial…
Sabían que su problema residía en que las piezas venían de fuera, como con los coches, que tardan días en arreglarlos y nos cobran una barbaridad por una pieza que dicen viene de Alemania. Y, de la misma manera que tenemos que esperar siempre semanas y semanas para unir todas las piezas, una vez que se separaban, cada uno se llevaba una pieza del otro. La imprescindible. Cayeron en la cuenta de que ese era el motivo por el que se abrazaban con tanta fuerza, sus piezas no querían desprenderse el uno del otro. Es lo que tiene la afinidad del alma… Hay cosas que están bajo la piel y ni se escuchan ni se ven, se sienten.
Kira