Kira no sabe

Kira respira, calla, observa, niega, sueña, duda, teme, anhela, odia, ama, ríe, llora. Kira a veces siente dolor, y a veces felicidad. A veces no se encuentra. Kira no entiende ni muchas cosas ni de muchas cosas. Kira es racional pero quiere creer. A Kira le gusta decir No, aunque diga que no. Kira puede estar todo el día hablando y a la vez sumida en el más completo silencio. No sabe escribir pero escribe.

19.6.12

Punto y aparte


Te echo de menos. Ya está. Ya lo he dicho. Se supone que lo que más nos duele es lo que más difícil se nos hace admitir o decir, ¿no? Pues yo acabo de hacerlo. Y lo voy a repetir, te echo de menos. Te echo en falta en los buenos días, en los huecos de media mañana, en los descansos de estudio, en la cena, en las madrugadas y en ese ratito que nos sobra al final del día, y que nadie quiere…  

Echo de menos distraerme mientras estudio con tus mensajes chorra, porque ahora sólo me distraigo mirando al vacío recordándolos...  Añoro que te metas con el color de mis sábanas, con mi acento, con mis gelatinas de 10 calorías, con mi modo de hervir arroz, con mi ignorancia por la tabla periódica… Extraño tus llamadas, tus mensajes de ánimo, tus ‘paridas’ que me hacían reír, tu babosismo – de babosa, y no sé por qué el ordenador conspira contra mí y me dice que esa palabra no existe-,  las llamadas a deshoras,  las conversaciones de horas, que poco a poco fueron convirtiéndose en minutos…

 En general, echo de menos todas las veces que sé que tú te acordabas de mí y no me decías nada y las que yo me acordaba de ti y prefería no comentar.

Echo de menos todas y cada una de esas cosas. Y ahora, así de carrerilla, las dije todas. Porque quizá nunca lo hice. Pero no puedo evitar entristecerme al darme cuenta de que  ésa persona con la que tanta  complicidad había ya no está.  Y que, por mucho que pongamos de nuestra parte incluso con nuestras buenas intenciones, que las hay, tampoco volverá.

Y aquí estoy ahora sentada mirando la pantalla del ordenador  – cuando debería estar estudiando- con el sabor agridulce que te deja una buena película al terminar.

…  Y  es que  cuando algo acaba siempre recuerdas cómo empezó…


Kira



11.6.12

La soledad de los números primos


Supongo que soledad no significa estar solo, al menos no físicamente. Soledad es sentir un vacío en alguna parte de ti, sin poder ni siquiera localizar dónde exactamente. Un hueco, que no sabes ni cuándo ni cómo se formó. Un día de repente está ahí. Y te preguntas cómo duele  tanto algo que ni siquiera viste venir. Así debe sentirse siempre el número primo. Rodeado de otros e increíblemente solo. Como tú, como alguno más desperdigado que debe andar por ahí… Como yo.


 Porque  tú también  sientes que no congenias con nadie, que no funciona con nadie,  mientras que al lado tuyo hay muchos que sí lo hacen. Decides sentarte, reagrupar los pedazos de tus medallas sin arañazos, y entender muchas cosas. Demasiadas.
Cómo puede ocurrir que cuanto más te esfuerzas en actuar como si no pasara nada,  más te desentiendes de lo que pasa a tu alrededor, menos te importa todo, menos cosas comprendes, y más te decepcionas. Y te ves, como si de una película se tratase, en la pantalla, cuesta abajo, sin frenos. Sólo puedes observar tu propia caída, y no vas a hacer nada para impedirla…
Alguna vez nos cruzamos con uno y, tenemos el don, de saber reconocerlos en seguida. Sabemos que son números primos, como nosotros. No podemos hacer nada, sólo les miramos, de reojo.  Como si nos diera miedo acercarnos a ellos, no se fueran a evaporar… A veces  nos arriesgamos. Rompemos las reglas de nuestra propia soledad para  alentarles y aconsejarles que sean fuertes, que aguanten porque en ocasiones dolerá, será injusto e incomprensible, y lo que más daño nos hace es aquello que desconocemos….
Cierra los ojos y mira. Quien te diga que no puedes, es que no tiene ni puta idea de cómo eres. Especial. Tú eres un número primo, no permitas que nadie, jamás, te fraccione.



Kira