Dice el refranero que un clavo quita a otro clavo. Literalmente
hablando y en el contexto de la carpintería quien decía esto no tenía ni idea, porque cuando se nos cae un clavo de
cualquier lado por mucho que busques uno de las mismas medidas, el hueco que
tenía hecho no queda perfecto en la silueta del nuevo inquilino.
Metafóricamente quien dijo que un
clavo quita a otro clavo tampoco tenía ni puñetera idea del tema. Es cierto que
las personas somos clavos, y la sociedad es como una ferretería. Nos ponen a
todos en el mismo cajón según unas “medidas estándar” preconcebidas. Este clavo
y este clavo parecen iguales, al mismo cajón. Este es más grande, pues, en este
otro cajón. Y ahí estamos nosotros… metidos, arrejuntados, en un pequeño cajón,
con un montón de clavitos “exactamente” como tú.
El quid de la cuestión es que
cada persona es única. Inigualable. Especial. Irrepetible. Como cada clavo. Que
sí, que tendremos medidas estándar, los hay morenos, rubios, simpáticos,
alegres, pesimistas, bajos, altos; al igual que hay clavos de distinta
longitud, con cabeza plana, ovalada, ancha, de tornillo, con forma de L, y así
un larguísimo etc.
Meteos en la cabeza que cuando
nos clavemos un clavo en nosotros mismos, esos huecos no se podrán rellenar con
otro clavo, o tapar, o meter silicona y ale, cuando se seque, pintas un poquito
por encima… Ningún clavo encajará perfectamente en el hueco que antes
pertenecía a otro clavo. Siempre quedarán fisuras, muy mínimas a veces. Imperceptibles
para el resto de las personas, pero visibles para nosotros.
No, definitivamente un clavo no
quita a otro clavo. Sólo el tiempo hará que la herida cicatrice correctamente. Y
no es amigo del tiempo las buenas prisas.
De nada servirá que cada día observemos nuestro agujerito ahí, sin tapar,
expuesto a los daños exteriores...
No ocultes que te hayan hecho
daño, eso no nos hará más valientes ó fuertes, no pongas una tirita, con el
aire se curará mejor. Deja que cicatrice, y no seas tan imbécil de caer en el
error de aferrarte a ese clavo ardiendo o de rascarte la postilla, así no te dejará de doler nunca…

No intentes meter un clavo en un
hueco donde no cabe o donde quedará grande. Dale a cada uno su lugar. No caigas
en las comparaciones, son odiosas. Aquella persona que llegue al final del
camino llena de cicatrices y con una caja de clavos oxidados será una persona
que haya vivido.
Llegará el día en que un clavito
te pueda parecer tan increíblemente perfecto que no puedas recordar el dolor que te provocaba
la cicatrización de otro. Entonces comprenderás el porqué de tantos intentos
fallidos…
Kira